La observación de la naturaleza ha sido siempre una fuente de inspiración para la humanidad. Los murciélagos nos han enseñado que útiles que resultan los ultrasonidos para orientarse a oscuras, lo que se ha trasladado a la navegación marítima y al mundo de la industria. El hundimiento del Titanic generó la necesidad de detectar un iceberg en la oscura noche y en plena niebla. Hoy, a través de distintas fuentes de energía, hemos aprendido a observar y tratar el cuerpo humano.
En medicina, la ecografía utiliza los ultrasonidos para obtener imágenes en tiempo real del interior del cuerpo de forma inocua, sin irradiar. Esto nos permite valorar, por ejemplo, el latido cardíaco o los movimientos fetales. Focalizando en un punto los ultrasonidos de alta intensidad podemos producir calor o una destrucción mecánica de los tejidos (cavitación), lo que posibilita, entre otras cosas, tratar tumores sin tener que hacer ninguna incisión ni punción al paciente. Ven a descubrirlo en: “Explora: ¡Ultrasonidos!”
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